Es la figura de Ernesto Sábato, la antítesis de la soberbia, del narcisismo, del pavoneo exhibicionista de muchas de las figuras pseudo - intelectuales  que han logrado un brillo efímero en base a miserias humanas.

Esa modestia, esa humildad característica de su personalidad, no lo hizo menos grande. Fue agredido moralmente por quienes no toleraban su amor por la democracia y las instituciones republicanas y hasta calificado como comunista por un innombrable personaje de unas pocas décadas atrás, pero él mantuvo sin perturbarse su rumbo austero y decoroso, hasta el final de sus días, creciendo día a día el merecido respeto que le tienen sus conciudadanos.

Su obra intelectual, afortunadamente disponible en la biblioteca de esta página, es una permanente invitación a la reflexión sobre el hombre y el cuestionable sentido de su vida, un constante replanteo existencial frente al asedio de la ciencia y la técnica, del consumismo, que lo llevan a la masificación, a la pérdida de la identidad y al caos cultural.  

Sábato tiene preocupaciones existencialistas, pero se diferencia de dicha corriente filosófica sartreana, en que supera la angustia de la nada, del sinsentido, para encontrar una ventana de esperanza para el ser humano, es decir que en definitiva es optimista y admite una luz que es señal de la posibilidad de salvación de la humanidad, por los jóvenes.

Sus libros,  famosos universalmente, han merecido premios de valía internacional como el Cervantes y el Jerusalén: Sobre Héroes y Tumbas, El Túnel, Informe sobre Ciegos, Abaddón el exterminador, El escritor y sus fantasmas, Heterodoxia, Apología y rechazos, Uno y el Universo, Antes del fin, La resistencia.

 Recientemente,  el diario La Nación efectuó una edición homenaje de estas obras.